jueves, 2 de septiembre de 2010

Edu Pequeño

He visto mundo este verano. En sólo una semana ha recorrido tres países que, lógicamente, apenas ha llegado a pisar durante unas horas para fotografiar varios monumentos celebérrimos.

Allí se encontró conmigo alguien y trabamos amistad rápidamente. Le pasaba lo que a mí, que el cimbreo del barco por la noche, lejos de relajarle, lo despertaba y le prometía una larga vigilia.

La primera noche que me lo encontré llevaba ya dos gin tonics y había perdido la cuenta de los cigarrillos que había fumado pero la boca me sabía ya a cenicero de puerta de hospital.
Él estaba sentado en otra mesa, igual de solo que yo, rodeados por la masa de gente borracha y risueña que entraba y salía de la discoteca pasando por el piano bar tan sólo a recargar (en la barra) o a descargar (en los baños y alguno intentó hacerlo por la cubierta).
Fue uno de estos borrachos que se creía Tony Manero y al dar una vuelta tropezó con un taburete que le hizo caer de bruces. No pude reprimir una pequeña risa y me di cuenta que aquel señor sentado en otra mesa también se estaba aguantando las ganas de partirse de risa ante la caída.
A la copa siguiente coincidimos en la barra y nos pusimos a conversar. Al principio fue una conversación de lo más intrascendental (que en el barco pueden llegar a durar horas pues cuestiones como la comida, las bailarinas del espectáculo o el cómico y sus chistes machistas pueden dar mucha correa, por no mencionar las consabidas preguntas de procedencia, trabajo y demás datos de esa ficha personal que toda persona que quiera dirigirse a otra va sonsacando para confiar en ella).

El caso es que se nos pasó el tiempo volando, Edu Pequeño (hay que llamarle así, todo junto, "edupequeño" si quieres que te responda).
Edu Pequeño se llama así porque hay otro que es Edu Grande. Habrá a quien le parezca raro, pero en un pueblo es de lo más normal, y la ciudad de Edu Pequeño no es más que un pueblo con pretensiones (es decir, una ciudad cualquiera de España, le pese a quien le pese).

No sé cómo llegamos a charlar sobre libros que habíamos leído y al hábito de la lectura, creo que fue una especie de discusión sobre los libros electrónicos frente a la internet de siempre y su acceso a los fondos electrónicos de libros.

Cuando nos dimos cuenta era ya bastante de madrugada y el camarero nos miraba atentamente, pues éramos los únicos que quedábamos en el piano bar, (que aunque nos fuéramos tendría que seguir abierto) pero imagino que aquel pobre hombre estaría loco por descansar de servir alcohol a mansalva.

Al día siguiente estaba loco de contento pues, pese a lo poco que había dormido, el haber encontrado alguien con el que hablar sin sentir que estoy torturando a los demás con mis palabras me había reconfortado más que el sueño. Estuve todo el día buscando a Edu Pequeño con la mirada: en el buffet en cubierta, más tarde en la excursión, de nuevo en el barco en la piscina, en el comedor, en la cena, en el espectáculo. Nada. Me quedé con las ganas de volver a saludarle y de presentarle a mi familia (y conocer a la suya).

Tras la escapadita de la noche anterior decidí ser bueno aquella noche y las demás noches no pude o no quise escaparme, en parte porque obviamente mi familia es lo más importante, pero por otra parte por temor a ir a buscar al mismo sitio a Edu Pequeño y no encontrarlo.

Lo malo de estar divirtiéndose es lo rápido que pasa el tiempo.

Ya he vuelto a casa y no he vuelto a ver a este gran hombre (pese a su diminuto "apellido"). Así que aquí dejo estas líneas, colgadas donde todos pueden verlas pero nadie se pone a mirarlas, para ver si vuelvo a encontrarme con mi viejo amigo de una noche para demostrarle un rasgo amable de la electrónica que envuelve estas palabras.

2 comentarios:

MalAcero dijo...

Gente curiosa nos sale al paso y atesoramos cual raida fotografia, creo que es mejro que se diluyan en el tiempo pues cuando usas y abusas demasiado de algo termina por no ser tan apreciado, ya sabes: buen perfume en bote pequeño.

Me alegra que hayas reactivado el blog en estos ultimos tiempos.

Pd: ¿volviste a fumar? yo colgue el cigarrillo antes de reyes y como no sea que me este muriendo de cancer terminal no volvere a tocar el tabaco como no sea un vomitivo puro de boda ocasional.
Nos vemos en los bares viejo camarada.

Unknown dijo...

Eso tiene un nombre: se llama amor de verano, o al menos yo lo llamo así. Es el niño aquel que te encontrabas en un día en la playa y con el que todo era posible y todo fácil y jamás volvías a ver. Recolectar amores de verano es una pasatiempo que a veces he practicado con fruición. Debes tener cuidado, además, pues con esta entrada demuestras ser medio-mariquita, como un servidor, esto es, tener algo de sensibilidad :)

Un abrazo

Víctor