viernes, 18 de enero de 2008

Los que molestan en las pistas

Que vuelva Paco no es raro,

ni que un mes lo tarde,

mas bien viene para contaros,

otro chisme y está que arde.

Que esta historia empieza
con dos señores ancianos,
sentados cada uno,
a la vera del otro en un banco.

Y se estaba contando uno
de ellos de unos
que en una pista,
no dejaban de armarla,
y más bien noche que tarde.

Que no paraban de hacer ruido,
que estaban allí hasta altas horas,
que qué harían aquellas gentes,
a las que no se atrevía a llamar personas.

El otro viejo, antes funcionario,
pensó en aquellos dementes,
furibundos por armar bronca,
que habitan en muchos parques,
que a los niños extorsionan,
que salen en los diarios,
que a Mercedes Milá dan bola,
cuando no pueden darle
pedradas en tó la chola.

Y mientras tanto seguía encendido su compa,
que si son unos malnacidos,
que si es que no tienen que hacer otra cosa,
que si ya han avisado a las autoridades,
que como casi siempre nada solucionan,
y como al final son ellos,
los que lo sufren en la congoja.

Ardiendo ya de rabia,
pero más de impotencia el otrora
funcionario de la benemérita,
empuña en alto su callao,
y le menta al otro menda:
"Ya no se puede hacer nada,
pero no arriesgues tu poca honra,
deja de ir a ese parque,
ahórrate la milonga."

El otro ahora calla y del parque nada menta,
"es que no es un parque público, es el de mi parienta."

"Y cómo es que ahí los guardias los aguantan?"

"Porque son también vecinos, es común, es zona verde..."

"Pero si son tan mala gente"
- dice el otro acalorao -
"si hacen algo no acatado..."

"Están jugando al pádel..."

"Queeé!?"

"Juegan compadres contra compadres,
todos casados,
todos currantes,
y lo hacen a deshoras,
cuando de trabajar ya han terminado.
Pero es que la pista está debajo de mi terraza
y yo a las diez quiero dormir,
con mi ventana de par en par abierta,
oyendo el mar y la brisa,
y no las palas y las risas,
de esa gente delincuenta."


El viejo guardia se para,
la barba un rato se mesa,
y en una sola frase a su compadre mata:
"Pues haberte comprado otra casa,
que si pista viste que había,
natural es que se juegue,
y que no son mala gente,
sino a los que el trabajo hastía,
del que se libran en la pista,
y se alegran de cada tanto,
sin meterse nada en la vida,
en la que tú te quieres meter tanto".


Así termina la historia,

de los que molestan en las pistas,

de la casa de mi amigo,

que resultó que al final eran los otros,

no los deportistas,

que aguantaron estoicamente,

los envites de los comunistas,

que les tiraron cubos de agua,

insultos y luego fotos,

porque jugaban en su sitio,

en su casa y a su modo.

Agur, gente de bien.