miércoles, 2 de septiembre de 2009

Espejos

En los tiempos remotos se utilizaban superficies metálicas pulidas o el reflejo del agua en fuentes para poder verse uno/a a sí mismo/a. Después vino el espejo y todo el mundo tuvo uno, luego dos, hasta acabar siendo como hoy, un detalle en prácticamente cada habitación de la morada.



Nos vemos reflejados cada día en el baño, al ponernos la ropa, al coger las llaves, al bajar en el ascensor, en el coche, en el trabajo, por la mañana temprano y hasta para cepillarnos los dientes antes de irnos a la cama.



Conocemos nuestra imagen personal al dedillo y pese a ello nos montamos una especie de máscara mental que idealiza este fiel reflejo resaltando los aspectos que más nos gustan de nosotros mismos (la sonrisa, la mirada) y denostando siempre otros por mucho que nos afanemos en perderlos o al menos disimularlos (barriga, arrugas, papada, cartucheras...)





Llevo meses pensando en abandonar esta inocua tarea de escribir para nadie. Si algo me impulsa a seguir haciéndolo es mi propio ego. Es el reflejo que no me da el espejo. Son mis pensamientos recién salidos del "horno." La pura percepción de cada momento de mi vida.



Lo malo es que no le interesa a nadie.

Peor aún, me interesa de sobremanera a mí.

De todas formas, tendría que hacerlo salir de alguna manera. Lo crean o no silentes/ausentes lectores, ésto que me brota de la cabeza hay que echarlo en algún lado, y al fin y al cabo éste no es tan malo.

Adiós a todos, adiós a nadie.


P.D: Que no compadre, que no me voy es que ya he terminao por hoy... no se vaya usté a creer..