lunes, 5 de octubre de 2009

Un loco conoce a otro loco

En este mundo raro,
uno se siente menos raro
cuando se sabe entre extravangantes.

No es ésta la que yo visto
una extravagancia pintoresca.
Me gustaría pensar que es una expresión
de pragmatismo en el más alto grado operante,
de decir las cosas cual las pienso,
sin miedo a la represión,
sino esperándola con los brazos abiertos.

He conocido otro ser extraño,
anejo a mis pensamientos.

Se trata de un personaje
común, cabal y serio,
que dirige un deporte para jóvenes.
Éste míster no se anda con minucias,
no acata órdenes de padres
creyentes fervientes en la "carrera" de sus hijos,
predica que el mejor de sus dones es el legado del deporte
en sus pupilos mientras estén bajo su tutela,
anhelando que también sea
para el resto de su vida y de sus descendientes.

Sirvan pues estas breves líneas
para ensalzar a otro luchador,
a capa y espada,
que libra contra monstruos cabezones
obstinados en perseguir
sus sueños y frustraciones
a través de las piernas de sus hijos,
empeñados en no ver que el deporte,
es bueno simplemente por su práctica,
y que quien tenga que llegar alto llegará,
y el que no,
no habrá malgastado su tiempo
sentado en un banco
con litronas y porros,
que ya es un avío...

Sigue fiel a tus principios, entrenador.
Calla a cuantos te intenten acallar.
No cejes en tu empeño
pues propósito tan digno,
además de ser humilde,
resalta tu humanidad.

No es baladí el deporte,
acabaré diciendo,
siendo algo más importante
que aquella manida cita de "mens sana..."
que tanta tetilla con gel y espuma enseñó en la tele
y que en agua de borrajas se haya hoy transformada.
Entre otras cosas porque referíase
a otra cosa de la que nosotros quisimos ver significado,
pero bueno, éste es otro asunto, absurdo para variar...

A los demás,
silentes seguidores,
corred,
saltad,
andad
aunque sea una vez por semana,
no por perder panza
o enderezar el lomo,
sino porque vuestro corazón
no se os sobresalte sólo
cuando veáis las penosas noticias
que atenazan nuestro día a día.
Brinquen también de alegría
ventrículos y bronquiolos,
de respirar aire puro,
de olvidar los problemas diarios,
de secretar adrenalina,
de sentirnos animales
que todo lo resuelven enfrentándose y huyendo,
aunque sea de un balón de cuero,
de una avenida con palmeras,
de una raqueta,
de una bolita y un palo...